En un primer enfoque de la imagen se encuentra una persona sentada sobre lo que aquí llamamos un pollo de concreto o similar material, con vestimenta deportiva casual, mascarilla y gafas de sol. A su lado, un perro de pelaje claro observa la escena con esa serenidad que solo los animales saben practicar sin esfuerzo. Detrás de ellos, dispersas en el césped y en bancas metálicas, otras personas también portan mascarilla y mantienen una distancia significativa entre sí. Por la calidez de la luz indica el abrazo del atardecer, y los árboles brindan un marco natural que suaviza la carga emocional del contexto.
Por el contexto de la imagen se puede influir que no se trata simplemente de un momento cualquiera: es un testimonio visual de un comportamiento social en circunstancias excepcionales se podría influir que lo acontecido en la imagen es en el tiempo de la recién pasada pandemia. Sin voz, sin texto, la imagen nos habla del respiro colectivo después del encierro, del intento de recuperar la cotidianidad sin abandonar la cautela. Es la memoria silenciosa de una sociedad que aprendió a compartir los espacios comunes manteniendo distancia física, pero buscando cercanía emocional.